Quizás se ha ido en busca de mejores preguntas o quizás las respuestas de este mundo se le quedaron definitivamente cortas. Sea como sea Jorge Wagensberg partió ayer sábado 3 de marzo de 2018. Y dejó este mundo trepidante y complejo con menos sabiduría disponible para seguir comprendiéndolo. Pero nos dejó sus regalos. Motivadores que nos invitan a sumergirnos y acercarnos a lo hasta ahora conocido. Acicates en forma de aforismos que comprimen en poesía mínima el máximo de conocimiento. Caminos en forma de ensayos que muestran con simplicidad la destilación de aquello que abarcan ya sea la propia complejidad del mundo, las leyes de la física, el sentido de las formas, la teoría de la creatividad o el puro gozo de lo intelectual.
Wagensberg fue y seguirá siendo un referente en la manera en que entiendo el mundo de las organizaciones con las que trabajo. Las aportaciones de su “ley general del cambio” para entender cómo aumentar la capacidad de progresar en la incertidumbre están en la base de nuestro Modelo de Valor Total. Aún es más, el nombre de una de nuestras herramientas de intervención más potentes y con más de 10 años de historia toma su nombre de su modelo de comprensión del mundo: Anticipa.
Le conocí por el regalo que una persona muy cercana me hizo hace mucho tiempo. Un ejemplar dedicado y firmado para mí de su libro “Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?”. La lectura de ese compendio de aforismos me abrió a un espacio de inquietudes que aún sigue abierto y que es uno de los motores que aún me impulsan a seguir buscando nuevas soluciones, nuevas explicaciones y, sobretodo, nuevas preguntas. Su efecto podríamos resumirlo en dos de sus aforismos:
Y en eso andamos desde entonces, vapuleado, sobre todo en los últimos tiempos, por la exponencial complejidad del entorno consecuencia del impacto poliédrico del desarrollo de la tecnología.
Con mi equipo y la red de consultores y organizaciones con las que colaboramos seguimos planteándonos preguntas para avanzar. Nos preguntamos sobre cómo han de ser los modelos de gestión para superar la mirada mecanicista y se enriquezcan con la mirada sistémica; o sobre cómo se ha de medir el éxito en las organizaciones de una manera acorde con la necesidad imperativa de adaptarse y no sólo de acumular; o sobre cómo podemos acompañar a nuestros clientes para que mejoren el nivel de cooperación interna y tejan relaciones que fluyan; o sobre cómo podemos crear las mejores condiciones para despertar y abordar el futuro que ya está aquí. Y, también, sobre cómo han de ser y comportarse los líderes que dirigen los equipos que se enfrentan a este entorno de complejidad.
Este último, el ámbito del liderazgo, es sin duda uno de nuestros vectores fundamentales de reflexión ya que es uno de los ejes centrales que activan ( o no) las transformaciones que en este momento requieren las organizaciones.
En nuestro Modelo de Valor Total presentamos el Modelo de Liderazgo al que llamamos de Vitrubio, tomando el nombre de la obra de Leonardo da Vinci. Leonardo dibujó a su Hombre de Vitrubio con sus extremidades abiertas y superpuestas dentro de un círculo y, a la vez, de un cuadrado. En nuestra interpretación, el círculo simboliza el dinamismo, lo cambiante, lo sistémico, las relaciones, la evolución y la adaptación constante al entorno de una organización. El cuadrado, al contrario, representa lo que se conserva, lo estable, lo que se protege, lo identitario de sí mismo y de la organización.
Para nosotros el líder de una organización que persigue el Valor Total debe ser alguien con capacidad para dar respuesta a ambas cosas: el dinamismo del círculo y la conservación del cuadrado. De esta forma:
Es, en definitiva un líder que es capaz de adaptarse continuamente para seguir avanzando y construyendo valor en un entorno en el que aumenta la velocidad y volumen de la información que gestiona, aumentan los requisitos (a veces contradictorios) de los clientes, aumentan los competidores globales y locales y aumenta la necesidad de dar respuesta equilibrada a todos los stake holders con los que se relaciona.
Crear condiciones para que estos líderes aparezcan y se desarrollen no es fácil. De hecho el gran reto del desarrollo del liderazgo organizacional es este. Sembrar en el propio líder la semilla de lo que la organización necesita: la adaptabilidad. Y esto ya no se hace solamente a través de Programas de Liderazgo, coaching, mentoring u otras herramientas conocidas.
Fundamentalmente se consigue activando la auto-responsabilidad de los propios líderes. Y aquí las preguntas “wagensberianas” juegan un rol estratégico ya que “cambiar de preguntas” es lo que ahora toca para dar un salto adaptativo acorde con las exigencias del entorno.
Y en la búsqueda de esas preguntas hace unos meses tope con la Ted Talk de Roselinde Torres, socia senior de la Boston Consulting Groupn y especialista en liderazgo. Torres despliega un análisis sobre por qué las prácticas actuales para apuntalar el liderazgo están desfasadas y pensadas para un mundo que ya no existe. Por ello plantea qué es lo que hace exitoso a un líder del siglo XXI. Y ofrece una respuesta, hábilmente fundamentada en tres preguntas. Tres preguntas que han sabido responder líderes que han sido exitosos navegando en la incertidumbre, entre ellos, Nelson Mandela.
Tres preguntas directas que deberían plantearse todos los líderes de nuestras organizaciones:
Es decir cómo estas llenando hoy en día tu agenda. Con quién estas reuniéndote, sobre qué temas te estas informando, a dónde estás viajando, qué estás leyendo y, sobre todo, cómo estas destilando lo nuevo que incorporas en acciones concretas en tu día a día.
Es decir cuántas personas se conectan contigo a pesar de sus diferencias biológicas, físicas, políticas, funcionales, culturales, socio-económicas y confían lo suficiente en ti como para cooperar contigo y construir un objetivo común.
Es decir cuán preparado estás para dejar de hacer lo que te es familiar y cómodo y, a la vez cuán preparado estás para resistir emocionalmente las dificultades de defender nuevas ideas ante los que las tachan de imposibles o naïf.
Tres preguntas poderosas. Para masticar. Para digerir. Y para convertir en acciones nuevas y potentes para un mundo en el que lo previsible está desapareciendo y la necesidad de adaptarse es un imperativo.
Gracias Roselinde!
Y hasta siempre Maestro Wagensberg!